«Así nos lo ha mandado el Señor:

Te he puesto por luz para las naciones, a fin de que lleves mi salvación hasta los confines de la tierra».

Hechos 13:47

Somos una organización cristiana interdenominacional y sin fines de lucro que busca glorificar a Dios y edificar a la iglesia por medio de la creación de contenido digital Cristocéntrico  y relevante, enfocados en problemáticas actuales, doctrina e historia. De la mano con esto, promovemos la realización de eventos y conferencias que sirvan como plataformas de comunión y discipulado para la iglesia en general.

Una noche, tres amigos se reunieron para planificar un congreso en el que se pudiera predicar el Evangelio y las Cinco Solas de la Reforma a una ciudad tan necesitada de ellas. Se propusieron hacer que el evento no tuviese costo alguno, pues el deseo imperante era dar por gracia lo que el Señor les había dado por gracia. Luego de unas cuantas reuniones y diligencias, se llevó a cabo con éxito el primer congreso. Así nació Antorchas de la Fe, y con el tiempo la visión fue creciendo y expandiéndose para convertirnos en un grupo de amigos, predicadores y comunicadores cristianos que tienen como único fin brillar con la Luz del Evangelio a través de los medios digitales y conferencias, equipando a la iglesia para cumplir su misión en este mundo oscuro.

El Dios trino

Creemos en un Dios que es Eterno, Todopoderoso, Trascendente e Inmanente, la suma de todo bien y de todas las perfecciones. Él existe en Tres Divinas Personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo, que siendo Tres Personas distintas la una de la otra, a la vez son Un Solo Ser en esencia, naturaleza, dignidad y deidad, y que disfrutan de amor, deleite y comunión perfectos entre ellas. No hay otro dios a parte de este Dios único, vivo y verdadero, cuyo fundamento de su carácter es la santidad y el amor. ÉL ha creado todo lo que existe, visible e invisible, para su propio gozo y la felicidad de sus criaturas, y por ello es merecedor de adoración y gratitud. Él es el dueño del tiempo y del espacio, y nada se escapa de su conocimiento y dominio, gobernando y sosteniendo cada aspecto de la creación con sabiduría infinita.

La Creación del hombre

Creemos que los seres humanos fuimos creados a imagen y semejanza de Dios, quien comenzó la raza humana con una pareja inicial: Adán y Eva, siendo iguales en dignidad y bendición, pero diferentes en cuanto a roles, y que la relación (espiritual, emocional y sexual) complementaria entre ambos sirviera como reflejo de las virtudes y amor del Creador. Ambos fueron creados perfectos y se les encomendó el gobierno de la creación bajo la autoridad divina, y así dirigir todo en armonía con la voluntad de Dios en felicidad indescriptible. 

La Caída

Creemos que Dios, en su sabiduría y amor, dotó al hombre de la capacidad de elección para que, por propia voluntad, pudiera amar y seguir al Creador y sus designios, advirtiéndole de antemano las consecuencias de sus actos. Sin embargo, Adán usó los dones recibidos en contra del mandato de Dios, y distorsionó la imagen y semejanza en la que fue creado, perdiendo así su condición original y arrastrando en esta corrupción a todos sus descendientes. Esta desgracia fue propiciada por los engaños y tentaciones del primer ser en haberse rebelado contra Dios, que recibe el nombre de “el Enemigo”, Satanás, quien instigó con astucias a Eva a incurrir en desobediencia, y ésta a su vez influenció a Adán a seguirla en el proceso. Por todo ello, la pérdida de la condición original trajo consigo la ruptura de la relación con el Dios Santo, dio también paso a la muerte, y a aquel estado de rebelión en el que toda la humanidad se encuentra, y que recibe el nombre de pecado, es decir, desobediencia constante en acción e intención al estándar divino. Creemos, sin embargo, que Dios, pese a ejecutar la sentencia que había advertido que vendrían como consecuencias a la desobediencia del mandato, también prometió la provisión de un Redentor para rescatar a la humanidad de esta caída.

La Biblia

Creemos que Dios, en la preparación minuciosa de su plan de rescate de la creación, se reveló a algunos hombres, de distintos contextos y épocas, y manteniendo en cada uno sus estilos y personalidad, los dirigió para que dejasen constancia escrita de esta revelación, protegiendo estas Escrituras del error y haciendo que sirvan como medio para dar a conocer su carácter y voluntad a la humanidad, y a la vez develando en ellas progresivamente en qué consistiría el plan y la persona del Redentor. Por este motivo creemos que estas Escrituras, conformadas por 66 libros que se dividen en Antiguo y Nuevo testamentos, son Palabra de Dios escrita, divinamente inspiradas, inerrantes y totalmente autoritativas para saber lo que Dios quiere, y cuyo tema central es Jesucristo, el Hijo De Dios.

La Salvación

Creemos que, desde toda la eternidad y antes de la creación y la caída, Dios ya había dispuesto de un plan de redención para la humanidad, que fue revelado paulatinamente en las Escrituras hasta que, en el cumplimiento del tiempo y bajo su determinado y anticipado consejo, envió a su Hijo, la segunda Persona de la Trinidad, para rescatar a todos los hijos de Adán y Eva.

Jesucristo

Creemos que Jesús de Nazaret es el Hijo de Dios. Creemos que la Segunda Persona de la Trinidad, el Hijo, tomó forma humana al encarnarse y nacer de María, una mujer miembro del pueblo que Dios eligió como depositario de su revelación e instrumento para traer la redención a la humanidad, la nación judía, para que, desde que era un pequeño bebé, compartiera la experiencia humana, aunque sin pecado. Creemos que creció, vivió una vida de obediencia perfecta, conforme a la Ley de Dios revelada en las Escrituras, y anduvo haciendo bienes y misericordias a quienes le rodeaban, llamando al arrepentimiento, pregonando el reinado de Dios y anunciando que en Su Persona se cumplían todas las promesas que Dios había hecho desde el mismo momento de la Caída. Creemos que voluntariamente murió, y que esa muerte sacrificial fue sustitutiva a la condenación que merece toda la humanidad, y que luego de morir, al tercer día resucitó, reivindicando su identidad mesiánica y mostrando que la redención había sido conseguida, para después ascender a los cielos y sentarse a la diestra del Padre en el Trono Celestial, e interceder día y noche por nosotros como nuestro Sumo Sacerdote y Abogado. Creemos que Jesucristo es totalmente Dios y totalmente hombre, el Único por el cual el ser humano puede ser salvado.

El Evangelio

Creemos en el Evangelio como las Buenas Noticias acerca de Jesús. Estás Buenas Noticias están centradas en Su vida, obra, muerte, resurrección y ascensión, y son verdades históricas, bíblicas y apostólicas, fundamentos para la verdadera teología, y fuentes profundas para la transformación y vivencia personales de cada hombre y mujer que son expuestos a ellas.  

Centralidad de la Cruz

Creemos en la centralidad de la Cruz, entendiéndola no solo como el evento en donde se ejecuta la muerte de Jesús, sino a todo el proceso en el que Él voluntariamente, por amor y obediencia al Padre, decidió humillarse a sí mismo al venir en forma humana, renunciando a su status divino, y caminar el sendero que el final lo llevó a dar su vida en sacrificio en la muerte más cruel, evidenciando así, en la Cruz, la Justicia y la Gracia de Dios.

Justificación por la fe

Creemos que Jesús, por su obediencia y muerte, pagó total y absolutamente la deuda ante la Santidad e Ira de Dios que tenían todos aquellos que son justificados. Jesús cargó con el castigo que nosotros, por justicia, merecíamos, tomando nuestro lugar y satisfaciendo la Justicia de Dios, cumpliendo en nuestro favor lo que el Padre demandaba, y llevándonos así a estar reconciliados con Él. Cualquier persona que pone su confianza en Jesucristo puede ser declarada justa ante los ojos de Dios, puesto que se le es acreditada la Obediencia Perfecta del Hijo de Dios, ya que Jesús no solo toma el lugar del pecador, sino que también le da a la persona arrepentida todo lo que Él es y tiene. 

Ya que todo este plan de salvación fue iniciativa del Padre, pues Jesús nos fue dado por el Padre para que ocupara nuestro lugar, y su vida obediente y su muerte fueron aceptados para sustituirnos, sin que nosotros tengamos merecimiento alguno, sino motivado libre y únicamente por su amor, este proceso de justificación está basado única y enteramente en la gracia divina, de manera que la Justicia Perfecta y la Gracia Infinita son ensalzadas cuando un pecador es justificado. 

Creemos que un anhelo ferviente por obedecer a Dios, y andar de acuerdo a su voluntad, es el fruto y evidencia de esta justificación por gracia.

Obra del Espíritu Santo

Creemos que el Espíritu Santo, la Tercera Persona de la Trinidad, es quien aplica al pueblo de Dios la salvación prometida desde el principio por el Padre y alcanzada por Jesucristo. Creemos que el Espíritu Santo fue enviado por el Padre y por el Hijo a los creyentes, para glorificar a Jesucristo, y habitar en y con los creyentes para interceder por ellos, regenerarlos, sellarlos, santificarlos, conformarlos a la imagen de Jesucristo y capacitarlos para compartir el mensaje del Evangelio y edificarse mutuamente en el discipulado. El Espíritu Santo es, después de la salvación, el mas hermoso regalo que el Padre y el Hijo nos pudieron haber dado, ya que Él es el anticipo, garantía y fuente de toda aquella herencia y promesa que Jesus consiguió en la cruz para su pueblo, es decir, el amor, deleite y gozo eternos que surgen en nosotros al ser hechos partícipes de la naturaleza divina, al convertirnos en el templo y morada de su Espíritu. Por esto podemos decir que Dios mismo es la porción y posesión preciada de su pueblo.

La Iglesia

Creemos que la Iglesia es el pueblo de Dios del Nuevo Pacto y es el cuerpo y edificio espiritual de Cristo, y es universal, es decir, está formada por cada uno de los  creyentes redimidos y regenerados, sin importar cultura, raza, idioma, posición social, etc. Cada uno de los creyentes es miembro útil de este Cuerpo y piedra viva de este gran Edificio y Casa espiritual. La Iglesia es la Novia de Cristo, su amada, su posesión y tesoro valioso, es la Columna y Defensa de la Verdad, y se caracteriza por el amor a Dios, el amor mutuo entre sus miembros, y el amor por el mundo perdido. Esta iglesia es una sola, pero se manifiesta en todas las iglesias locales fieles diseminadas por todo el mundo. Sin importar dónde se encuentre una persona, si ha venido a Cristo y confía en Él como su Salvador y se somete a su Señorío, y ha sido regenerado y sellado por el Espíritu Santo, es parte de la Iglesia.

El Bautismo y la Cena del Señor

Creemos que las dos ordenanzas que dejó el Señor para su iglesia son el Bautismo y la Cena del Señor. La importancia de estas radica en su significado: Con el Bautismo el creyente se identifica con la muerte y resurrección de Cristo y testifica que se une a Él en una nueva vida. Es una expresión visible de la transformación que el Señor hace en su toda su existencia personal. La Cena del Señor es la conmemoración y recordatorio del sacrificio de Jesús, y es una expresión visible de la realidad invisible de que somos alimentados y vivificados por la redención que Él hizo por nosotros, y es además una muestra de la comunión de amor que tenemos entre los creyentes y de que como comunidad esperamos su retorno, anunciando su Sacrificio hasta que Él vuelva por nosotros, su pueblo.

La Gran comisión: El Discipulado y las relaciones

Creemos que la gran misión de la Iglesia de Jesucristo es cumplir la Gran Comisión que Jesús dejó a sus seguidores antes de ascender a los cielos: Hacer discípulos a todas las naciones. Este discipulado se hace en un contexto de relaciones sinceras y reales, ya que Jesús nos dio el ejemplo de cómo formar discípulos: Una enseñanza sólida y profunda en combinación con una relación de amor tierna y firme. El contenido a enseñar debe ser todo lo que el Señor Jesús y sus discípulos enseñaron y transmitieron, mas no con la actitud de una cátedra universitaria, sino con un genuino amor y preocupación integral por las personas a las que se desea atraer a Cristo. Esto es lo que verdaderamente produce el fruto, discípulos comprometidos y fieles que también están comprometidos en ser formadores de discípulos.

La Iglesia Local

Las iglesias locales son comunidades cristianas familiares conformadas por los discípulos en cada comunidad, pueblo o ciudad. Su importancia radica en qué, a parte de ser la expresión visible de la Iglesia espiritual invisible, es el lugar para el desarrollo de la vida cristiana, la comunión y vida en comunidad, y el ejercicio de los dones espirituales para la edificación mutua. La iglesia local no depende y no es un edificio, sino donde sea que los creyentes decidan reunirse para compartir juntos, expresando la unidad y amor que el Señor Jesús afirmó sería la característica distintiva de su Iglesia y sus discípulos.

El retorno de Jesucristo y la resurrección de todas las cosas

Creemos que, tal como Él prometió, que Jesús regresará por su pueblo, y establecerá su reino para siempre, en el cual todas las promesas de la salvación se verán plena y eternamente cumplidas. Si bien existen muchas posturas que intentan dar un orden cronológico de cómo se cumplirá esta promesa, creemos que lo más importante es estar listos y preparados, con un amor, esperanza y anhelo vivos, en la espera de que el Señor cumpla su inminente retorno, en la cuál nos resucitará en un tremendo peso de gloria y alegría, y redimirá todo lo visible, haciéndolo todo nuevo y llenando de su santidad y belleza todo aquello que fue manchado con la caída, y ejecutando su sentencia contra el Mal y sus adeptos, eliminándolo y juzgándolo para siempre. Si bien Jesucristo ya reina, aquello que viene será indescriptiblemente maravilloso, y es un consuelo para el momento presente, y una motivación para cumplir con la misión encargada a su pueblo.

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