Conocer específicamente sobre los hermanos de Jesus pareciera, a primera vista, algo no muy importante, dado que se sabe muy poco de ellos. Otros podrían creer que esta clase de investigación solo cumple un fin meramente académico o de llana curiosidad.
Sin embargo, pienso que indagar sobre sus vidas puede arrojar luz sobre el impacto que tuvo Jesús en ellos. Imagínense, haberse criado teniendo al Mesías como hermano mayor. Debe haber sido algo sencillamente fuera de lo ordinario. Ya no hablar de vivir conociendo el ministerio que desempeñaba, y después, su posterior muerte y resurrección.
Algunas de sus reacciones podrían sorprendernos, e incluso ser totalmente inesperadas a nuestros ojos.
Es por esto que en este post daremos un vistazo a todas las referencias bíblicas relacionadas con los hermanos de Jesus, sus opiniones o reacciones a la labor del Mesías, para después finalizar, en un post posterior, con lo que dicen las fuentes extrabíblicas referente a ellos y otros parientes cercanos de Cristo.
La Biblia nos revela el nombre de cuatro hermanos de Jesús, y también menciona que tuvo hermanas, presumiblemente dos, aunque no se nos especifica cómo se llamaban.
“¿No es este el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón? ¿No están también aquí con nosotros sus hermanas? Y se escandalizaban de él”. Marcos 6:3.
“¿No es este el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos, Jacobo, José, Simón y Judas?” Mateo 13:55.
Los Evangelios son claros al mostrar la opinión que tenían los hermanos de Jesús acerca de su misión y ministerio. No creían en Él, se mostraban irónicos acerca de lo que hacía, e incluso, junto con su madre, intentaron inicialmente disuadirlo de que siga adelante en un ministerio que generaba peligros y rechazo por parte de las principales autoridades.
“y le dijeron sus hermanos: Sal de aquí, y vete a Judea, para que también tus discípulos vean las obras que haces. Porque ninguno que procura darse a conocer hace algo en secreto. Si estas cosas haces, manifiéstate al mundo. Porque ni aun sus hermanos creían en Él”. Juan 7:3-5.
Este pasaje es interesante, ya que nos muestra, entre líneas, la dureza de corazón de aquellos que se criaron con Jesús, de quienes crecieron con Él.
“Mientras él aún hablaba a la gente, he aquí su madre y sus hermanos estaban afuera, y le querían hablar. Y le dijo uno: He aquí tu madre y tus hermanos están afuera, y te quieren hablar. Respondiendo él al que le decía esto, dijo: ¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos? Y extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos. Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ese es mi hermano, y hermana, y madre”. Mateo 12:46-51, Marcos 3:31-35, Lucas 8:19-21.
La respuesta de Jesús no deja de llamar la atención. Jesús les dio mayor importancia a sus discípulos, que pese a su imperfección buscaban cumplir la voluntad de Dios y lo seguían. En cambio, sus hermanos no lo hacían, y la relación sanguínea no influenciaba para nada en Jesús en lo que se refería a los asuntos del Reino de los Cielos.
Puede suponerse que esta manera de ver a su hermano, esta hostilidad e incredulidad, sea el motivo por el cual Jesús se encontraba solo con su madre en la crucifixión, y encargara a su discípulo más cercano el cuidado de ella.
Años después de la Resurrección de Cristo, el apóstol Pablo hace un recuento de las personas a las cuales Jesús apareció resucitado. Uno de ellos fue su hermano Jacobo (Santiago).
“Después apareció a Jacobo; después a todos los apóstoles”. 1 Corintios 15:7.
Esto con total seguridad fue de gran impacto para Jacobo, y para el resto de sus hermanos, ya que, después de la ascensión de Jesús a los cielos, podemos ver que María, junto con sus hijos, se unen a la comunidad de discípulos en el Aposento Alto en Pentecostés.
“Todos estos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos”. Hechos 1:14.
Aproximadamente 15 años después de la Resurrección, Jacobo se había convertido en un líder fuerte en la iglesia en Jerusalén. Pablo mismo así lo atestigua en su Carta a los Gálatas, mencionándolo junto con Pedro y Juan, como columnas de la iglesia, señalando además que ellos reconocieron su llamado y ministerio a los gentiles, considerando al apóstol Pablo como un colega en la expansion del Evangelio.
“y reconociendo la gracia que me había sido dada, Jacobo, Cefas y Juan, que eran considerados como columnas, nos dieron a mí y a Bernabé la diestra en señal de compañerismo, para que nosotros fuésemos a los gentiles, y ellos a la circuncisión”. Gálatas 2:9.
Es con Pedro y Jacobo con quienes Pablo, tres años después de su conversión y con la intervención e influencia de Bernabé, tuvo un primer encuentro en el cual lo reconocieron como discípulo del Señor.
Después, pasados tres años, subí a Jerusalén para ver a Pedro, y permanecí con él quince días; pero no vi a ningún otro de los apóstoles, sino a Jacobo el hermano del Señor». Gálatas 1:18-19.
Posteriormente, cerca del año 49 D.C., en el Primer Concilio de la Iglesia en Jerusalén, que es relatado en Hechos 15, que podemos ver a Jacobo como uno de los que presidieron la reunión y dando su apoyo para que Pablo pueda llevar el Evangelio a los gentiles, usando como aval lo que Dios había hecho por medio de Pedro en la casa del gentil Cornelio. Y todos en unanimidad redactan la carta que reconoce oficialmente a los gentiles como miembros del mismo cuerpo, la Iglesia.
Esto nos muestra que fueron Pedro y Jacobo quienes entendieron y promovieron que el mensaje de Salvación no era algo exclusivamente para los judíos, sino para el mundo entero. Pablo, el apóstol a los gentiles, solo defendió esta decisión y realizó su labor con el respaldo de ella.
Fueron Pedro y Jacobo quienes entendieron y promovieron que el mensaje de Salvación no era algo exclusivamente para los judíos, sino para el mundo entero. Pablo, el apóstol a los gentiles, solo defendió esta decisión y realizó su labor con el respaldo de ella.
Entre los años 44 y 49 D.C., Jacobo escribió una carta a los judíos cristianos en la dispersión, lo que se denomina como la Diáspora.
En esta carta él se presenta como esclavo de Dios y del Señor Jesús. Una vez había mirado a su hermano con incredulidad y rechazo. Ahora, se declaraba su esclavo. Jesús no solo era meramente hermano según la carne, era su Amo y Rey.
Jacobo escribe animando a los discípulos a permanecer firmes en las dificultades y persecuciones que se estaban dando en aquella época, posiblemente registrados en Hechos 12, y les recuerda que el fin de estas pruebas es de beneficio para los creyentes.
“Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna”. Santiago 1:2-4.
De igual manera, se preocupa con especial cuidado en corregir cualquier desvío, como el antinomianismo, que pudiera surgir con la doctrina de la justificación por la fe enseñada por Pablo en sus cartas a los Gálatas o los Romanos.
Él no ataca ni contradice a Pablo (lo que podría haber generado una ruptura en su relación, cosa que no pasa como veremos más adelante), sino pone especial énfasis en que la fe verdadera debe dar frutos. Una fe que no muestra evidencias no es digna de ser llamada como tal. La fe verdadera demuestra su calidad por la obediencia y las buenas obras que son su resultado directo.
“Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma”. Santiago 2:17.
Él sostenía la salvación por gracia por medio de la fe, pero una fe que da resultados, como su Hermano y Señor había enseñado en Marcos 4:20. Años mas tarde Pablo usaría un argumento similar en Efesios 2:8-10, lo que demuestra la unión de Espíritu que compartían ambos líderes.
Asimismo, en esta epístola Jacobo muestra su especial preocupación por el cuidado y respeto por los pobres, un aspecto muy vital para él, como podemos ver también en la recomendación que ya le había hecho a Pablo con respecto a este tema cuando lo reconoció como compañero ministerial, como se puede ver en Gálatas 2:10.
Una fe que no muestra evidencias no es digna de ser llamada como tal. La fe verdadera demuestra su calidad por la obediencia y las buenas obras que son su resultado directo.
El último dato bíblico que se conoce acerca de Jacobo es que, cuando Pablo regresó después de muchos años a Jerusalén, tuvo un encuentro con él antes de su arresto y envío a Roma (Hechos 21:17-36).
Aquí se observa, prestando atención a los detalles, que Jacobo era un judío piadoso que seguía observando la Ley como todo buen israelita, pero que además proclamaba a Jesucristo como el Mesías Prometido a Israel. Jacobo aconseja a Pablo a desmentir con su ejemplo las acusaciones falsas que se hacían en cuanto a su conducta con respecto a la Ley Judía. Tristemente, muchos falsos testimonios se levantaron en contra de Pablo, lo que lo llevó finalmente a apelar a César.
Para finalizar, el último registro bíblico que se tiene concerniente a un hermano de Jesús es que su hermano Judas, que se presenta como esclavo de Jesucristo y hermano de Jacobo, escribe una corta pero profunda epístola, instando a los creyentes a defender la fe y mantenerse fieles al mensaje original recibido.
“Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos”. Judas 1:3.
Su manera de escribir revela algo de su personalidad vehemente, y su amor y fidelidad a Jesucristo. Y la influencia de aquella pequeña carta sin duda ha llegado hasta nuestros días.
¡Qué fuente de reflexión y asombro todo lo que hemos visto y podemos aprender acerca de los hermanos de Jesús! Los datos importantes que arroja la Biblia referente a ellos son verdaderamente espectaculares. En el proximo post veremos a detalle las referencias extrabíblicas que arrojan luz para saber qué pasó con Jacobo y el resto de los hermanos del Salvador.
Diseñador Gráfico, teólogo amateur y escritor. Pecador salvado por gracia.
Director y Fundador de Antorchas de la Fe. Apasionado por la teología, la poesía y los libros de fantasía.
Somos una organización cristiana interdenominacional y sin fines de lucro que busca glorificar a Dios y edificar a la iglesia por medio de la creación de contenido digital Cristocéntrico y relevante, enfocados en problemáticas actuales, doctrina e historia. De la mano con esto, promovemos la realización de eventos y conferencias que sirvan como plataformas de comunión y discipulado para la iglesia en general.
1 Comentario
Una tremenda bendición por la enseñanza tan enriquecedora que me ayuda a conocer más a profundidad el impacto que dejó el Señor Jesucristo.