Y entrando él en la barca, sus discípulos le siguieron. Y he aquí que se levantó en el mar una tempestad tan grande que las olas cubrían la barca; pero él dormía. Y vinieron sus discípulos y le despertaron, diciendo: ¡Señor, sálvanos, que perecemos! Él les dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar; y se hizo grande bonanza. Y los hombres se maravillaron, diciendo: ¿Qué hombre es este, que aun los vientos y el mar le obedecen?
Mateo 8:23-27
Este pasaje ocupó gran parte de mis pensamientos durante todo el día.
Jesús estaba en la barca, los discípulos habían visto a Jesús hacer grandes sanidades y liberaciones, sin embargo en esta ocasión había algo diferente; Jesús dormía.
¿Qué tan fácil es para nosotros seguir avanzando cuando tenemos la presencia “pasiva” de nuestro Dios?, cuando me refiero a “pasiva” me esto refiriendo a esos momentos de silencio, donde parece ser que Dios no está haciendo nada y simplemente nos está dejando avanzar.
Jesús dormía pero ¿saben? Jesús estaba ahí, el pasaje nos muestra que tanta era la desesperación de los discípulos que despertaron a Jesús con un “Señor sálvanos que perecemos” (v.25).
Cuando Jesús despertó, lo primero que hizo no fue el milagro, lo primero que hizo fue reprender la falta de fe de sus discípulos “¿por qué teméis hombres de poca fe?” (V.26), fue después de llamarles la atención por su falta de fe que intervino e hizo el milagro.
Esto me llevó a reflexionar en que muchas intervenciones del Señor en mi vida son por su gran misericordia, pero también por mi falta de fe, porque tener a un Jesús “dormido en mi barca” en medio de la tempestad, me incomoda. En lugar de ponerme a pensar de que estoy en medio de la tempestad y la presencia de Jesús está ahí, no está interviniendo pero está ahí y eso es lo que tiene que llenarme de paz y confianza para seguir y avanzar; porque al final la fe siempre será “la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” (Hebreos 11:1). No necesito ver milagros, necesito creer que Él está aunque no lo vea ni lo sienta.
Si estas en un momento, donde sientas como si Jesús estuviera dormido en medio de la tempestad, te animo a cambiar tu perspectiva y pensar en que estas en la tempestad pero también Jesús está ahí y eso es motivo suficiente para tener paz y confianza.
“To estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres”.
Génesis 28:15
¿Confiarás en el Señor cuando lo único que decida dar es su presencia pasiva?
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