«Este libro de la ley no se apartará de tu boca, sino que meditarás en él día y noche, para que cuides de hacer todo lo que en él está escrito. Porque entonces harás prosperar tu camino y tendrás éxito». Josué 1:8
Cuando hablamos de Disciplinas Espirituales, nos referimos a las actividades realizadas o escogidas de manera consciente con el propósito de capacitarnos para aquello que no podemos hacer por el mero esfuerzo humano. Las Disciplinas Espirituales son actividades de ese tipo, especialmente relevantes para el crecimiento en la vida espiritual.
Como suele suceder con muchos creyentes, puede ser que yo perciba que soy incapaz por mí mismo de bendecir a los que me maldicen, de orar sin cesar, de abandonar la ira o de no mirar con codicia o lascivias; entonces, mi responsabilidad como hijo de Dios, es encontrar una forma de entrenarme, siempre bajo la gracia y orientación divina, de modo de llegar a ser capaz de hacer aquello que no puedo, simplemente intentándolo cuando soy expuesto a la tentación.
“Velen y oren para que no entren en tentación”, fue el excelente consejo del Señor Jesús a sus amigos exhaustos, a fin de ayudar a sus espíritus dispuestos en la lucha contra la debilidad de sus capacidades carnales. Estas palabras del Maestro manifiestan el hecho de que necesitamos tomar ciertas medidas para recibir la asistencia espiritual necesaria y de que, por lo general, esa asistencia no será impuesta o infundida en nosotros, mientras permanezcamos pasivos.
El tiempo a solas con Dios, el silencio, el ayuno, la frugalidad, el estudio de la Palabra, la adoración, el servicio, el sometimiento y otras prácticas que cumplen el mismo propósito son, por lo tanto, parte esencial de cualquier programa confiable de formación espiritual. Deben constituir una parte importante de nuestra vida privada y de nuestras relaciones con aquellos otros que son parte del cuerpo de Cristo junto conmigo.
Estas actividades no nos proporcionan mérito, pero nos permiten recibir de Dios aquello que no sería concedido si permanecemos pasivos. Ellas en sí mismas no son rectitud, pero sí son sabiduría.
Richard Foster, en su libro “Alabanza a la Disciplina”, plantea el problema de lo que él llama “la esclavitud de los hábitos profundamente arraigados”. Según el teólogo, la Biblia presenta el hecho de que el pecado es una condición natural del ser humano, y que esa condición se abre camino por medio de los miembros del cuerpo; es decir, por medio de los hábitos que están profundamente arraigados en el cuerpo, según vemos en Romanos 7.
En Isaías 57:20, la Biblia dice “Pero los impíos son como el mar agitado, que no puede estar quieto, y sus aguas arrojan cieno y lodo”. Foster, al comentar este versículo, dice que el mar no necesita hacer nada especial para producir cieno y lodo; eso es el resultado de sus movimientos naturales. Así nos pasa a nosotros cuando estamos bajo la condición de pecado: los movimientos naturales de nuestra vida producen lo mismo, porque el pecado es parte de la estructura interna de nuestra vida.
El tiempo a solas con Dios, el silencio, el ayuno, la frugalidad, el estudio de la Palabra, la adoración, el servicio, el sometimiento y otras prácticas que cumplen el mismo propósito son, por lo tanto, parte esencial de cualquier programa confiable de formación espiritual.
Uno de los grandes problemas de nuestra espiritualidad es que nuestros corazones son magnéticamente atraídos hacia el norte para el cual están calibrados, siguiendo la idea del teólogo James Smith. Si nuestros corazones están siendo calibrados diariamente por los medios y redes sociales para desear cosas que no nos hacen bien, sin darnos cuenta, por medio de la repetición, más temprano que tarde estaremos deseando otra cosa, en vez de desear el alimento espiritual, dando paso al pecado.
La manera más común de enfrentar nuestros deseos desordenados o de intentar calibrar nuestra brújula interna hacia Dios, es por medio de nuestra fuerza de voluntad. Confiamos en que el mismo cuerpo que vive estimulado por los hábitos que entrenaron nuestros deseos para pecar, podría ayudarnos en el momento de la tentación. Sea cual sea el problema, ira, amargura, glotonería, orgullo, lascivias, alcoholismo, temor, etc., creemos que por plantearnos no hacerlo más y orar contra ello, ya vencimos. Pero todo es en vano, porque al poco tiempo volvemos a caer moralmente en la bancarrota, como dice Foster.
La fuerza de voluntad nunca tendrá éxito para hacer frente a los hábitos pecaminosos profundamente arraigados porque, por noble que sea la intención, estamos confiando en nuestra propia humanidad caída. La fuerza de voluntad sólo puede tener efecto en lo externo, pero el corazón seguirá calibrado hacia los deseos de la carne.
La fuerza de voluntad nunca tendrá éxito para hacer frente a los hábitos pecaminosos profundamente arraigados porque, por noble que sea la intención, estamos confiando en nuestra propia humanidad caída.
Para vencer eso, necesitamos alimentar nuestro corazón adquiriendo nuevos rituales formadores de hábitos y amores. Y es aquí donde las Disciplinas Espirituales cumplen un juego fundamental en nuestro crecimiento cristiano. Es verdad que las Disciplinas Espirituales no harán nada por sí solas, sin embargo ellas nos llevan al lugar donde sí se puede hacer algo por nosotros: a la presencia de Dios.
Te invito a que sigamos reflexionando sobre las Disciplinas Espirituales en los próximos textos que compartiremos en Antorchas de la Fe.
Pastor Plantador de “Iglesia Local” en Osorno, Chile, una Iglesia Reformada asociada al ministerio “Sal da Terra”, Brasil. Es Licenciado en Comunicación Social, Licenciado en Teología Reformada, Diplomado en Filosofía, Política, Sociedad Secularizada y Plantación de Iglesias. Actúa como profesor de Teología en Institutos Teológicos de Chile, Brasil y Argentina, y como Coordinador de “Amigos de L’abri Chile”, asociado a L’abri Fellowship Internacional.
Está casado con Esther y son padres de Sofía y Nicanor.
Somos una organización cristiana interdenominacional y sin fines de lucro que busca glorificar a Dios y edificar a la iglesia por medio de la creación de contenido digital Cristocéntrico y relevante, enfocados en problemáticas actuales, doctrina e historia. De la mano con esto, promovemos la realización de eventos y conferencias que sirvan como plataformas de comunión y discipulado para la iglesia en general.