Regocíjense en el Señor siempre. Otra vez lo diré: ¡Regocíjense! La bondad de ustedes sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca. Por nada estén afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer sus peticiones delante de Dios. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará sus corazones y sus mentes en Cristo Jesús. (Filipenses 4:4-7)
San Agustín decía que el cristiano debería ser un ¡Aleluya! de la cabeza a los pies. Y bíblicamente es así, porque la base del cristianismo es la alegría. En Lucas 2:10, el evangelista plantea que Jesús irrumpió en la historia con gran júbilo, y que dejó su alegría como herencia a sus discípulos, según vemos en Juan 15:11.
Según Richard Foster, el fundamento de la Celebración está en la libertad de la ansiedad y la preocupación [1. Foster, R., Alabanza a la Disciplina, Editorial Betania: San Juan, Puerto Rico, 1986, p.203.]. Por el hecho de saber que Dios se preocupa de nosotros, podemos lanzar sobre él todas nuestras preocupaciones, y en estos tiempos de preocupación y ansiedad, ¡cómo es bueno recordar las verdades que nos traen la alegría y el gozo verdaderos!
Sin un espíritu alegre, las disciplinas espirituales se transforman en herramientas que exhalan muerte en las manos de los fariseos modernos. Cada una de las disciplinas debe ser caracterizada por la alegría que emana de la acción de gracias, alegría para la vida, alegría que nos fortalece.
En el texto leído, el apóstol Pablo nos instruye sobre cómo podemos estar siempre gozosos, basado en las palabras de Jesús en Mateo capítulo 6: no se afanen por nada. Como dice Foster, aprendemos a no estar afanosos cuando confiamos en Dios por completo [2. Ídem, p.206.]. Por esta razón, el jubileo era una celebración muy importante en el Antiguo Testamento. Nadie osaría celebrar el jubileo, a menos que tuviera la profunda confianza de que Dios era capaz de proveer todo lo que necesitaba.
La manera bíblica que el apóstol plantea para confiar en Dios por completo, es reconociendo que Él nos ha dado todo lo que es verdadero, honesto, justo, puro, amable, de buen nombre. De allí se deduce que el gozo es establecido por Dios. Pero la decisión de poner la mente en las cosas más elevadas de la vida, es un acto de la voluntad; por esta razón el júbilo, es una disciplina. Es el resultado de un modo de pensar y de vivir que elegimos conscientemente.
Sin un espíritu alegre, las disciplinas espirituales se transforman en herramientas que exhalan muerte en las manos de los fariseos modernos.
A pesar de ser ignorada y mal entendida, la celebración es una de las disciplinas más importantes, porque es la manifestación visible de la confianza en la grandeza, belleza y bondad de Dios.
En Filipenses 4:8-9, a su vez, se nos insta a llenar nuestra mente con todo lo que es verdadero, noble, correcto, puro, amable y de buena fama. Esta decisión de pensar en las cosas más elevadas en vez de pensar en los problemas y frustraciones, también es un acto volitivo que influye en mi manera de mirar la vida. Lo natural es quedarnos atrapados en pensamientos destructivos, imaginando escenarios pesimistas, recordando discusiones, respondiendo en la mente a diálogos imaginarios. Concentrarse en aquello que no fue dicho en una discusión, requiere esfuerzo. Responder a esas situaciones con el bien y no con el mal, también exige esfuerzo.
Una fe sana es construida y mantenida con la celebración de la grandeza y la bondad de Dios en nosotros, incluso en medio del sufrimiento. Confiamos nuestras preocupaciones a Él, y de Él recibimos sus dádivas constantes con acción de gracias. Nos concentramos en el bien que sustenta la realidad y se revela a nosotros, al contrario de concentrarnos en el mal que sufrimos y practicamos. Es realmente posible practicar la confianza en Dios y concentrarnos en su bondad, solamente por medio de la disciplina de la celebración.
Pero ¿cómo celebramos? La celebración es una disciplina comunitaria que se manifiesta a través de la música y de la danza, de la risa y del testimonio de lo que Dios ha hecho por nosotros, de la comida con los amigos alrededor de la mesa, de la creatividad y de la imaginación, de las fiestas y fechas especiales.
La celebración hecha de corazón transforma nuestras privaciones y pequeñas tristezas. En la celebración encontramos la fuerza para hacer la voluntad de Dios, porque su bondad se ha hecho evidente. En la celebración descubrimos la realidad de que aquel que sustenta el universo, nos hace danzar de alegría, dándonos la valentía para enfrentar lo malo, porque la alegría del Señor es nuestra fuerza.
Pastor Plantador de “Iglesia Local” en Osorno, Chile, una Iglesia Reformada asociada al ministerio “Sal da Terra”, Brasil. Es Licenciado en Comunicación Social, Licenciado en Teología Reformada, Diplomado en Filosofía, Política, Sociedad Secularizada y Plantación de Iglesias. Actúa como profesor de Teología en Institutos Teológicos de Chile, Brasil y Argentina, y como Coordinador de “Amigos de L’abri Chile”, asociado a L’abri Fellowship Internacional.
Está casado con Esther y son padres de Sofía y Nicanor.
Somos una organización cristiana interdenominacional y sin fines de lucro que busca glorificar a Dios y edificar a la iglesia por medio de la creación de contenido digital Cristocéntrico y relevante, enfocados en problemáticas actuales, doctrina e historia. De la mano con esto, promovemos la realización de eventos y conferencias que sirvan como plataformas de comunión y discipulado para la iglesia en general.