Bendición y Defensa

El Señor se promete a sí mismo como nuestra bendición y nuestra defensa. Profundicemos en lo que esto significa para toda nuestra vida.

POR BENJAMIN A. FIGUEROA

26/06/2022

«Pero alégrense todos los que en ti confían; den voces de júbilo para siempre, porque tú los defiendes; en ti se regocijen los que aman tu nombre. Porque tú, oh Jehová, bendecirás al justo; como con un escudo lo rodearás de tu favor». Salmo 5:11-12

Los últimos dos versículos del salmo quinto están llenos de promesas que es conveniente al pueblo del Señor meditar. Meditar en la Deidad y guardar en el corazón sus promesas debería ser la principal labor del alma regenerada, ya que no hay mayor disfrute en la profesión cristiana que deleitarnos y gloriarnos en conocerlo a Él.

¡Qué alegría debería haber en aquellos que confían en el Señor! No en vano dicen las Escrituras: “Todo el que confíe en él jamás será avergonzado”. Y es que la confianza no está depositada en carne y sangre, no está afianzada en una criatura mutable, está anclada en Aquel que no puede mentir, en Aquel que no puede cambiar, en Aquel que ha decidido ser fiel a pesar de nuestras continuas infidelidades y reincidencias. Todo hombre que confía en el Señor tiene un motivo por el cual sentir una profunda e imperecedera alegría, pues la fuente eterna e inagotable de su profundo gozo es el Dios sempiterno. 

¿Acaso ha habido una promesa sin cumplir o una oración desatendida? ¿No recuerdas que aun sus “no” a tu clamor resultaron para tú edificación y bendición? No hay cuenta más segura que aquella en la que depositas fe en el banco de la confianza a nuestro buen Señor.

Pero no solamente contamos con su fidelidad. ¡Oh corazón mío! ¡Grita, canta y vitorea por toda la eternidad de eternidades! El Dios en el que confías también es tu protector. 

Querido lector, puedes planear innumerables estrategias para salvaguardar tu seguridad, sin embargo, “si el Señor no protege la ciudad, protegerla con guardias no sirve para nada”. Empero, si el poderoso Yahweh es mi Defensor, aunque todas las criaturas del cielo y del infierno se pusiesen en mi contra, con todo podría exclamar: “Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra?”. Las más astutas artimañas podrían concebirse para impulsar nuestra caída, pero se nos ha prometido que ningún arma forjada contra nosotros vería buen éxito.

Los hombres, seres viles y crueles cuando se lo proponen, atentarán una y otra vez contra la vida de los elegidos del Señor, vociferando contra ellos con palabras malignas y mentirosas, más la oración de los pequeños es: “El Señor está conmigo, y no tengo miedo; ¿qué me puede hacer un simple mortal?”. Sí, llegará el tiempo en que nos enfrentemos en ominoso combate contra todos nuestros enemigos reunidos en confabulación contra nuestras almas, y aun así la victoria sería nuestra, porque “mayor es el que está en vosotros que el que está en el mundo”, y Él nos ha exhortado a gritar de gozo por su prometida defensa.

Bellos beneficios son aquellos que el Señor otorga a las almas de las personas que él ha hecho depositarios de sus favores distintivos.

¿No recuerdas que aun sus “no” a tu clamor resultaron para tú edificación y bendición? No hay cuenta más segura que aquella en la que depositas fe en el banco de la confianza a nuestro buen Señor.

Para los hebreos el nombre tiene un valor vital. Referirse al nombre de una persona es referirse a la persona misma. ¡Qué asombroso es hablar del Nombre del Eterno! Amar su Nombre implica amarlo a Él, y no podríamos amarlo sin que Él nos haya amado primero. El fruto de su amor por nosotros es nuestro amor agradecido hacia Él.

La causa o motivo del gozo de los creyentes debe ser nuestro Dios. El rey David en este canto le dice al Señor que se gocen en Él los que aman su Santo Nombre. “En ti se regocijen”, solamente en Él y únicamente en Él se encuentra nuestro motivo para regocijarnos. Cuando son otras fuentes las que nos alegran, pronto descubriremos que el agua que bebemos de esas corrientes es estancada y venenosa. Cuan ciertas son las palabras de Leonard Ravenhill: “… el entretenimiento es el sustituto diabólico del Gozo”. Sólo en el Señor se encuentra el verdadero raudal de la alegría, porque Él es el Sumo Gozo, el origen eterno del gozo genuino. 

Es vital señalar que los únicos que pueden gozarse en Él son aquellos que “aman su Nombre”, que aman a Dios tal como Él es en sus perfecciones, carácter y obras, en sus demandas, voluntad y deseo. No aquellos que aman a un dios basado en sus razonamientos; ellos aman al Dios revelado clara y visiblemente en las Escrituras, no a un anciano débil e indulgente, sino al todopoderoso Jehová, Aquel que, cuando apareció a Moisés con gran majestad y poder, hizo que este se llenase de temor y asombro, pues estaba maravillado de todo aquello que se le permitió contemplar con sus ojos mortales. Cuando vio el poder de Dios solo pudo decir: “¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado; que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación”. Y, como expresamos anteriormente, nosotros pudimos amar al Dios Verdadero simplemente porque Él nos amó primero.

La protección personal del Señor manifestada a favor del justo es como un escudo. ¿Qué significa esto? Representa claramente que es el Señor mismo quién sale en nuestro socorro y amparo, rodeándonos como un poderoso e impenetrable muro de fuego.

¿Por qué deberían gozarse los que aman su nombre? Porque Jehová bendecirá al justo. Él derramará sus bendiciones sobre aquellos que han recibido la justicia perfecta de Cristo por haber depositado su entera confianza en su sacrificio expiatorio. ¡Qué maravilloso es contar con la bendición del Señor! Podrán los hombres poderosos despreciarnos, pero somos los benditos del Señor. Nos gozamos en Él porque Él nos bendecirá. 

¿Qué es la bendición del Señor? ¿Qué implicaciones tiene? Aquí debemos recurrir a los idiomas originales. La palabra “barak” implica beneficiar al objeto de la bendición, colmarla de los favores divinos, ser alabados y ensalzados por el Señor, en palabras de C.S. Lewis: “… no se trata naturalmente de notoriedad otorgada por nuestros semejantes, sino de reputación concedida por Dios, de su aprobación o «aprecio», si me permiten la expresión”. Es sencillamente una expresión abundante y contundente de su amor. 

Uno de los matices de esta bendición es, como expresa la parte final de este texto: “como con un escudo lo rodearás de tu favor”. Somos rodeados por la gracia del Señor. Los escudos son armas de defensa personal para evitar y rechazar los ataques y acosos del enemigo. No obstante, aquí la protección personal del Señor manifestada a favor del justo es como un escudo. ¿Qué significa esto? Representa claramente que es el Señor mismo quién sale en nuestro socorro y amparo, rodeándonos como un poderoso e impenetrable muro de fuego.

Es cierto que debemos llevar a cabo batallas contra numerosos enemigos, pero esas batallas se pelean dentro del cerco del Señor. Los combates son acometidos en sus manos y bajo la observancia de sus omniscientes ojos. Luchamos “en su propia cancha y bajo sus reglas”, no hay nada que perder. A veces me permitirá tropezar o zozobrar, y el enemigo podría creer que ha avanzado, pero no debo olvidar que su favor me rodea, y que todo está bajo su control. Recordemos, querido lector, en las horas más sombrías, que Él nos bendecirá y su favor será como un escudo que nos rodea, un campo de fuerza impenetrable para el odio de Satanás y sus secuaces, pues dentro de este cerco ellos, con toda su maldad y engaño, están restringidos a hacer lo que nuestro Señor permite.

Recibamos el sosiego y consuelo por estas palabras, llenándonos de alegría con lo dicho en estos versículos, y cantando con David:

¡… en ti se regocijen los que aman tu nombre!

Ama el nombre del Señor. Amén

Benjamin A. Figueroa

Benjamin A. Figueroa

Diseñador Gráfico. Teólogo amateur. Pecador salvado por gracia.
Director y Fundador de Antorchas de la Fe

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